Acababa de salir de mi clase de transformaciones y mi cerebro trabajaba a mil por hora. No recordaba haberme cansado tanto en una clase como hasta entonces. Por primera vez sentía que aquella clase sí había merecido la pena y que nos habían exigido lo que debían.
...Como me era habitual, subí hacia la torre de adivinación, el lugar que solía frecuentar cuando estaba cansada o simplemente quería meditar sobre ciertos asuntos. Al llegar salí al balcón, con la esperanza de que el aire fresco me despejara un poco la mente, sin embargo me encontré con una sorpresa, mi profesora de adivinación estaba allí. No era que me sorprendiera ella, sino que no esperaba encontrarmela en ese preciso momento. Me acerqué al balcón y me apoyé sobre el muro que lo cercaba, mirando hacia lo más profundo del horizonte.
'Buenas tardes profesora Fenz.' - La saludé con educación y volví a sumergirme en mis pensamientos.